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Esto es lo que pasó en la industria empacadora de carnes tan solo en la semana pasada:
Un inspector federal de higiene de alimentos, encargado de vigilar plantas procesadoras de carnes en la ciudad de Nueva York, murió por la enfermedad del novel coronavirus.
Un empleado de la industria avícola de Mississippi que trabajaba en la tercera empresa más grande de procesamiento de pollos de EE. UU., tuvo un resultado positivo en el análisis para detectar el virus. Eso ocasionó que media docena de sus compañeros se pusieran en cuarentena voluntaria. En Dakota del Sur, otro empleado de la productora de carne de cerdo más grande del mundo también tuvo un resultado positivo.
En Georgia, docenas de empleados abandonaron una planta avícola de Perdue Farms, exigiendo que la empresa hiciera más para protegerlos.
Incluso, el pasado viernes Tyson Foods le informó a ProPublica que “algunos miembros de su equipo” tuvieron un resultado positivo de la enfermedad.
Al tiempo que el COVID-19 se esparce por todo el país y se generan compras de pánico en los supermercados de uno y otro estado, también aumenta cada vez más la presión que se ejerce sobre la cadena de suministro de alimentos. No obstante, en industrias como las del empacado de carne, que a menudo dependen de empleados que desempeñan arduas labores en actividades hombro con hombro, los riesgos contra la salud de ese personal también se han elevado.
A través de entrevistas realizadas esta semana, empleados de la industria avícola y procesadora de carnes, incluidos algunos que están en el país sin autorización, comentaron con ironía que esta administración, que ahora enfrenta una pandemia, recientemente los etiquetó como “personal esencial”. Aun así, las normas de sus lugares de empleo y la necesidad de seguir moviendo alimentos los presionan a trabajar en gran proximidad hasta cuando están enfermos.
Tampoco está claro cómo las reglas federales, que tradicionalmente protegen a los empleados cuando se lesionan en el empleo, abordarán a este coronavirus potencialmente fatal.
“En la televisión escuchan acerca del distanciamiento social y algunos de ellos tratan de practicarlo en sus casas; sin embargo, luego llegan al trabajo y no lo pueden hacer”, dijo Roberto Mena, sacerdote que atiende a muchos empleados avícolas de la parroquia católica de San Miguel en Forest, Mississippi.
Muchas de las empacadoras de carne del país se rehusaron a contestar preguntas específicas acerca de cómo han tratado los casos de empleados infectados, o sobre lo que han hecho en sus plantas para tratar de mitigar el contagio de COVID-19. En ciertos casos, solo ofrecieron aserciones vagas de que están protegiendo a los empleados.
Hasta ahora, únicamente dos empresas empacadoras de carne, Tyson Foods y Cargill, anunciaron que están tomando la temperatura de todos los empleados para detectar a los que presentan señales del virus. Dos más dijeron que ya comenzaron a hacer lo mismo, pero, con la excepción de ciertas plantas sindicalizadas, los trabajadores de la industria avícola y de carnes raramente reciben un sueldo si se enferman.
En muchas empresas, incluida Tyson, los empleados reciben puntos disciplinarios cuando faltan por enfermarse. Debido a que dichos puntos pueden ocasionar un despido, algunos empleados le informaron a ProPublica que, tanto ellos como sus colegas, siguen trabajando aunque estén enfermos y aunque haya coronavirus.
“Todos tienen miedo”, dijo María, empleada de la línea de destripamiento de una planta de Tyson en Arkansas, quien pidió identificarse solo con su primer nombre. “El problema es que si la gente se enferma, no dicen nada porque necesitan el dinero, no quieren los puntos”.
En un correo electrónico, Tyson comunicó que recientemente había modificado sus políticas para permitir que los empleados que contraigan coronavirus, o que muestren síntomas, soliciten una licencia de corto plazo por discapacidad sin tener que pasar por un periodo de espera. “Esta situación cambia constantemente y seguimos considerando medidas adicionales para apoyar a nuestro equipo”, dijo Worth Sparkman, vocero de la empresa. “No queremos que se presente a trabajar ningún miembro que se sienta enfermo”.
Este mes, Tyson anunció que “eliminaría cualquier efecto disciplinario por faltar al trabajo debido a enfermedad”, pero María dijo que en su planta no ha cambiado nada.
Aun con el papel “esencial” que tienen los empleados de la industria avícola y de carnes, la ley relacionada con licencias por enfermedad que firmó el presidente Donald Trump la semana pasada no cubre a este personal debido a que exenta a las empresas con más de 500 empleados.
La tensión aumenta en virtud de la incertidumbre económica y los millones de personas que presentaron solicitudes de desempleo.
En Koch Foods de Mississippi, Ramírez, un inmigrante guatemalteco indocumentado que pidió ser nombrado solo con su apellido, señaló que una compañera de su sección se presentó a trabajar la semana pasada con una fuerte tos, pero que cuando ella se lo comentó a su supervisor le indicaron que no podría regresar. Ramírez comentó que el mensaje estaba claro, por lo que cuando él comenzó a sentirse mal unos días después, sencillamente no dijo nada y siguió trabajando.
“La gente se siente preocupada”, agregó, “porque si uno se presenta en el trabajo nos corren” si dicen que están enfermos.
También dijo que no tiene la opción de ir al médico porque no cuenta con seguro médico y teme que eso expondría su situación migratoria.
Koch Foods no contestó nuestras llamadas ni el correo electrónico en el que preguntamos acerca de sus políticas para empleados enfermos.
Aún antes del coronavirus, la industria de la carne se quejaba de la falta de mano de obra, ya que los sueldos bajos y las condiciones inclementes chocaban con un mercado laboral estrecho, fronteras aún más herméticas y reducciones drásticas en cuanto a la cantidad de refugiados que permite la administración de Trump, siendo estos el segmento principal del personal de muchas plantas.
Aunque no hay evidencia de que el coronavirus pueda transmitirse por los alimentos, estos empleados dicen que temen que puedan contagiarse entre ellos, aunque vistan bata de carnicero y guantes de látex, y aunque las plantas se estén desinfectando todas las noches.
Si eso llega a suceder, se podría eliminar uno de los elementos más importantes de la cadena nacional de suministro de alimentos, justo cuando este segmento lucha para mantenerse al ritmo de una mayor demanda, dijeron los empleados y sus defensores. En la semana del 15 de marzo, y de acuerdo con un análisis de la industria, las ventas de carne en los supermercados (con excepción de las carnes frías) subieron un asombroso 77%.
Para satisfacer la demanda, las empresas se apresuraron a añadir turnos adicionales de fin de semana y cambiaron las líneas para producir aves completas y cortes de carne de res más grandes. Bajo presión de los sindicatos, y en vista de los aumentos de sueldo en supermercados y almacenes, algunas empresas como Cargill y National Beef anunciaron una bonificación de $2 dólares por hora que recibirán sus empleados durante las próximas semanas, cuya intención es retenerlos y recompensarlos por quedarse en tiempos difíciles.
Los ejecutivos de las empresas dijeron que los estantes vacíos no son señal de que haya carencia de alimentos, y que tienen la capacidad de afrontar el incremento en la demanda, ayudados, en parte, por una menor exigencia de los restaurantes que recibieron órdenes de cerrar.
“Nuestro enfoque principal es que nuestras plantas sigan operando para poder alimentar al país”, declaró en CNN Dean Banks, presidente de Tyson. “Las plantas están trabajando a toda su capacidad”.
Incluso ciertos analistas indican que aunque una planta se vea obligada a cerrar si hay un brote del virus, esta industria es suficientemente grande para absorber la pérdida, ya que cuenta con más de 500 mil empleados y 4 mil rastros y plantas procesadoras en todo el país.
Tim Ramey, analista jubilado de la industria alimentaria, indicó que si sucede un brote “podría haber trastornos importantes” en la producción de una empresa. Sin embargo, añadió que tanto supermercados como restaurantes compran carne de muchos proveedores y otra planta podría cubrir la deficiencia.
“Hay muchas maneras en las que se pondría en riesgo el suministro de mano de obra”, dijo Ramey. “Dudo que sean suficientes para desorganizar el abastecimiento de alimentos”.
No obstante, nadie sabe qué sucedería si varias plantas tuvieran brotes.
El precedente más atinado puede ser el de las redadas de migración, con las cuales se han clausurado temporalmente ciertas plantas avícolas y de carnes en los últimos 25 años. En los meses posteriores a las clausuras, dichas plantas tuvieron dificultades para encontrar empleados nuevos y acelerar la producción, aunque las líneas de abastecimiento siguieron alimentando a los Estados Unidos.
Algunos inmigrantes que se vieron atrapados en esas redadas ahora se sorprenden de que el país dependa de ellos. El verano pasado, después de terminar su turno destripando miles de pollos, Ramírez encendió su televisor y vio espantado cómo los agentes de migración entraron a la zona central de Mississippi para capturar a cientos de sus compañeros de trabajo durante una de las operaciones migratorias más grandes de la administración de Trump.
Durante las semanas posteriores, Ramírez vio a los tres hijos de un compañero detenido que se resguardaron solos en su casa; él temía ser el siguiente. Fue fácil sentirse desechable, agregó, sobre todo cuando Trump elogió las redadas como una “disuasión muy buena”.
Ahora, cuando Ramírez ve los noticieros, Trump menciona a estos empleados como elementos “críticos”, diciéndoles que “tienen una responsabilidad especial de mantener su horario normal de trabajo”.
“No entiendo. Si nos necesitan tanto, pregunta Ramírez “¿por qué no se preocupan por nosotros?”.
En las últimas décadas, los rastros de pollos, cerdos y ganado se han automatizado cada vez más, aunque varias de las tareas de la línea de descuartizado todavía deben hacerse a mano. En la sección de las plantas avícolas donde se cuelgan aves vivas, los empleados trabajan dentro de una sala con luz ultravioleta, amontonados alrededor de un pasadero desde el cual sujetan a los pollos por las patas para colgarlos en grilletes.
En otra sección, conocida como el “deshuesadero”, trabajan muy de cerca con otros, rebanando pollo crudo para convertirlo en pechugas y tiras de pechuga. La proximidad es tal, que a veces hay quien llega a cortar a un compañero con su cuchillo.
En las plantas de cerdos, los empleados trabajan tan amontonados que hace un poco más de una década, dos docenas de empleados de una fábrica de Minnesota sufrieron una enfermedad neurológica por inhalar cerebro de cerdo en aerosol, el cual entraba por el aire proveniente de una estación cercana que fabricaba un ingrediente utilizado en espesadores para comida frita.
Entonces, aunque desde el presidente hasta Snoop Dogg supliquen que todos se queden en su casa y eviten estar en grupos de más de diez personas, a los empleados de la industria avícola y de la carne se les exige que hagan lo contrario.
ProPublica pidió a las empresas de carne más grandes del país que reporten lo que están haciendo para lograr el distanciamiento social. Cargill, la cual produce miles de millones de libras anuales de carne de res y pavo para supermercados y restaurantes, fue la única empresa que dijo que está haciendo algo además de escalonar las horas de entrada y de descanso. Daniel Sullivan, vocero de esa empacadora de carnes con sede en Minnesota, dijo que aumentaron el espaciamiento en las áreas de la fábrica y colocaron particiones en la cafetería.
La línea de destripamiento donde trabaja María, la empleada de Tyson, no tiene tanta gente como otras partes de la fábrica por tratarse de un proceso altamente automático. Sin embargo, ella dijo que debido a que los empleados no pueden dejar la línea a menos que se trate de una emergencia, a menudo se topa con grupos de muchas personas cuando salen rápidamente al baño durante los descansos. La empresa colocó desinfectantes de manos en la entrada de la planta, añadió, pero adentro los baños no siempre tienen toallas de papel.
A medida que se publican los casos de COVID-19 en las plantas, los empleados temen que este sea solo el comienzo.
El pasado lunes, Sanderson Farms, la tercera empresa avícola más grande del país, informó que uno de sus empleados de la planta de McComb, Mississippi, tuvo un resultado positivo del virus. Sanderson agregó que el área de trabajo de esa persona era solo una mesa de procesamiento pequeña. En respuesta a este hecho, la empresa notificó a todo su personal y envió a cuarentena con goce de sueldo a otros seis empleados de esa sección.
La empresa no contestó nuestras llamadas ni correos electrónicos solicitando información adicional.
El jueves, un empleado de la planta de Smithfield Foods, productora de carne de cerdo en Sioux Falls, Dakota del Sur, también tuvo un resultado positivo. La empresa informó al diario Argus Leader que el área de trabajo de ese empleado, así como las demás áreas comunes, habían sido “desinfectadas minuciosamente”. Sin embargo, no comentó nada acerca de los empleados que pudieron haber entrado en contacto con ese compañero.
Hay aún menos detalles acerca del inspector federal de alimentos que falleció a causa del virus. Sonny Perdue, Secretario de Agricultura de EE. UU., declaró que se sentía “terriblemente triste al escuchar” que uno de los empleados del departamento había muerto debido a la enfermedad, y agradeció a “todos los trabajan en las líneas del frente de la cadena de suministro de alimentos”. El departamento no indicó en qué plantas trabajó ese inspector específicamente, ni lo que se había hecho para notificar a las personas que entraron en contacto con él o para ponerlas en cuarentena.
Paula Schelling, representante de inspectores de alimentos del sindicato American Federation of Government Employees (Federación Americana de Empleados Gubernamentales), dijo que el Servicio de Seguridad e Inspección de Alimentos de la USDA debe hacer más para proteger a los empleados de primera línea.
“El Servicio de Seguridad e Inspección de Alimentos (Food Safety and Inspection Service, FSIS) no está haciendo nada para proteger a ningún empleado que está trabajando en el sector”, agregó. “Solo dicen que están siguiendo las pautas de los CDC. ¿Qué significa eso para nosotros?”
La inquietud de que las empresas de carnes no estén revelando información también hace que aumente la ansiedad en varias plantas. Los empleados que abandonaron la planta de Perdue en Georgia dijeron que la agitación comenzó porque los supervisores no tomaron en cuenta la preocupación de que algunos empleados seguían trabajando después de haber estado en contacto con personas con coronavirus.
“No nos dicen nada”, comentó Kendilyn Granville ante un reportero de televisión afuera de la planta el pasado lunes. “Ningún tipo de compensación, nada, ni siquiera más limpieza, nada de sueldo extra... nada. Estamos arriesgando la vida por el pollo”.
Diana Souder, vocera de Perdue, dijo que la mayoría de los empleados que abandonaron la planta regresaron después de hablar con los gerentes.
“Sabemos que muchos se sienten ansiosos durante estos tiempos de incertidumbre, y estamos haciendo todo lo posible para cuidar a nuestros asociados, al mismo tiempo que continuamos la producción de alimentos seguros y confiables”, agregó.
Típicamente, cuando los trabajadores se sienten inseguros, pueden quejarse ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacionales (Occupational Safety and Health Administration, OSHA). Sin embargo, en estos momentos no es claro cómo responderá la OSHA a las quejas relacionadas con el coronavirus. Dicha dependencia, cuyo personal se ha mermado con la administración de Trump, publicó directrices para los empleadores, pero no cuenta con una norma específica relacionada con el virus y no ha dicho cómo podría interpretar su cláusula del deber general, misma que requiere que los empleadores mantengan sus instalaciones laborales libres de peligros reconocidos que podrían ocasionar muertes o “daños físicos graves”.
Los empleadores solo tienen la obligación de notificarle a OSHA cuando un empleado queda hospitalizado, o si sufre una amputación o muere en el trabajo. Pero, debido a la variedad de las reglas, habrá empleadores que quizás deban notificar a los departamentos de salud de sus estados y localidades.
Hubo empleadores que comenzaron a ofrecer sueldo adicional a medida que fueron aumentando los casos esta semana. Perdue dijo que daría un aumento de $1 dólar por hora a todos sus empleados que trabajan por hora durante varias semanas. Hormel, productora de Spam, dijo que ofrecería una bonificación de $300 dólares a sus empleados de tiempo completo y $150 a los asociados de tiempo parcial.
United Food and Commercial Workers, el sindicato que representa a más de 250 mil empleados de la industria del procesamiento de alimentos, dijo el jueves que había negociado aumentos adicionales de sueldos y prestaciones, incluida una bonificación de $600 dólares en mayo para los miembros que trabajan en JBS, la segunda empacadora más grande a nivel nacional y que incluye pollo de la empresa Pilgrim’s Pride. Cameron Bruett, vocero de JBS, no informó si la empresa también otorgaría esa cantidad a los empleados no sindicalizados.
Varias empresas avícolas y de carnes, entre ellas Tyson, Smithfield, Sanderson y Koch, no han anunciado aumentos ni bonificaciones.
El viernes pasado, Perdue le comentó a ProPublica que comenzaría a tomarle la temperatura a los empleados de sus plantas. Bruett dijo que JBS estableció “estaciones de triage” afuera de las suyas para tomarles la temperatura a los empleados y detectar síntomas. Aun así, no es claro si revisarán a todos los empleados o únicamente a los que muestren señales del virus.
Entretanto, Venceremos, grupo defensor de derechos de los trabajadores avícolas del noroeste de Arkansas, inició una petición solicitando que Tyson y otras empresas procesadoras proporcionen licencia con goce de sueldo por enfermedad a sus empleados, en estos momentos en que el coronavirus comienza a expandirse a las zonas rurales de Estados Unidos.
“Todos se están dando cuenta de que son esenciales y han sido esenciales para el país”, dijo Magaly Licolli, una de las dirigentes del grupo. “Ahora es tiempo de que todos exijan sus derechos justos. Es lo que hemos alegado todo este tiempo. Ellos son los que abastecen al país”.
Actualización del 30 de marzo de 2020: La gráfica de este reportaje se actualizó para incluir información adicional de la empresa Cargil.
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Traducción al Español: Mati Vargas-Gibson
Edición y corrección de estilo: Mónica de León
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